Lejos ya de Yspahan, junt≤ Doac un ejΘrcito de mßs de 100.000 hombres y volvi≤ dispuesto a disolver las hordas que un artesano capitaneaba y que tenφan por bandera sucio y denegrido mandil de cuero. Pero avφnole mal porque el bordado gui≤n de Doac, de Seda y de oro, recamado de perlas, ostentando por emblemas los siete planetas y la luna, hubo de retroceder ante el pedazo de suela que s≤lo lucφa los estigmas del trabajo y las huellas del humano sudor; y la cabeza de Doac, goteando sangre, lφvida, contraφda por la mueca de la agonφa, qued≤ hincada en el palo que sostenφa el mandil de cuero, mientras las tropas de CavΘ, habiendo despojado al tirano de sus vestiduras, se reφan a carcajadas de las dos verrugas que en sus hombros figuraban cabezas de serpiente...
Al ser saludado rey por su ejΘrcito, el herrero se neg≤ rotundamente a aceptar la corona. El mismo se±al≤ para reinar al prφncipe Ferid·n, que despuΘs fue un gran monarca y un sabio profundo, y ense±≤ a los persas la astronomφa, la medicina y la botßnica.